Espiritismo: fuente de sabiduría contra el fanatismo, la idolatría y el orgullo






Para evitar confusiones, hemos de señalar que el espiritismo, para los que tenemos una fe razonada en el mundo espiritual y Dios, contiene ideas que son fruto de la experiencia espiritual. Experiencia espiritual que no puede ser igualada por los espíritus encarnados de la tierra, ni siquiera aunque se dediquen años y años a reflexionar y/o estudiar. Como todas las sabias ideas que han visto la luz en la historia de la humanidad, son valoradas en función de las cualidades intelectuales y morales de quiénes las interpretan. Por ello, hay quienes no logran aprovechar en plenitud la sabiduría del espiritismo, que, si bien promueve la ciencia, la filosofía y la teología, es una mirada de dichas disciplinas liberada del fanatismo, la idolatría y el orgullo. En breves palabras, explicaré, solo en parte, algunos errores en torno a la doctrina espírita codificada por Kardec que transgreden su esencia y promueven ideas estériles. 

La doctrina espírita, siempre que su mensaje sea reconocido y valorado adecuadamente, es una fuente de sabiduría que deja muy clara las limitaciones del ser humano en términos morales e intelectuales, de modo que es un llamado a evitar idolatrar ideologías, e ideólogos (incluso espíritas), que contradigan la evidencia científica y hagan afirmaciones de temas complejos que no puedan ser comprobados. En este sentido, el espiritismo no tiene ídolos incuestionables e ideas que no apelan a la razón y la fe razonada, pero, tiene consejos espirituales para los espíritus encarnados que carecen de realismo y tienen inclinaciones supremacistas en términos intelectuales. Es decir, que creen que su limitada inteligencia es capaz de penetrar exhaustivamente en todas las verdades de nuestra existencia. Un buen ejemplo trata sobre la concepción de Dios, señalando que no vale la pena inventar sistemas que solo se basan en una especulación ignorante. Dado que no tendría mayor utilidad, y tampoco era posible por nuestra percepción de la realidad, el mundo espiritual no aportó información exhaustiva sobre Dios, sin embargo, otorgó axiomas y aspectos fundamentales para comprender su importancia y atributos. En resumen, saber más sobre el tema, para lo que diferentes destacados pensadores han destinado su valioso tiempo, no tiene mayor relevancia en nuestro progreso espiritual. Más importante es aceptar nuestras limitaciones, destinar nuestro tiempo a temas que están más a nuestro alcance y, por cierto, progresar moralmente, teniendo como guía la moral cristiana. No obstante, la falta de humildad, bella virtud difícil de alcanzar, produce que las personas desechen y rechacen dichas recomendaciones, ya que, ante la abundancia de orgullo y deseo de reconocimiento, se engañen con ideas fácilmente cuestionables e incapaces de comprobar. Ejemplo de ello son las interpretaciones posteriores a la doctrina espírita que señalan que Dios es un fluido, un espíritu, etc. Es probable que alguien se aproxime a la verdad completa de Dios, como también que no se aproximen en lo más mínimo, de modo que son discusiones estériles que poca importancia tienen para el espiritismo.

El espiritismo promueve la filosofía, pero una filosofía realista a las posibilidades humanas, una filosofía para personas humildes que pretendan generar ideas que ayuden al progreso humano y no al reconocimiento personal. Lo mismo con la ciencia, ya que nuestro tiempo en cada vida es limitado, el espiritismo nos enseña a enfocarnos, desde la filosofía, la ciencia y la teología, en lo que realmente es importante. Dios existe, no pierdan más el tiempo, de nada les aportará saber más, uno de los grandes consejos espirituales que nos regala el libro de los espíritus. Sin embargo, ya sabemos que la tierra es un escuela, y un hospital, para el espíritu, de modo que seguiremos conviviendo, también en el entorno espírita, con personas que se inclinan a ideas, e ideologías, fanáticas, idólatras y orgullosas. Dado que todos los espíritus encarnados podemos ser parte de esas malas prácticas, es fundamental que trabajemos nuestra moral; oremos a Dios y a los buenos espíritus; y estudiemos la doctrina con mente abierta, crítica y humilde, para evitar caer en dichos vicios espirituales.

Felipe Nicolás Mujica Johnson.


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